domingo, 8 de noviembre de 2015

CASCADA DE GUANGA



Las cascadas de Guanga o Buanga, en San Andrés de Trubia en el municipio de Oviedo, una pequeña escapada a la naturaleza al lado de la capital, un lugar donde poder disfrutar de muchas cosas en muy poco tiempo. Es una ruta bastante corta, pero que no deja indiferente a nadie.

Para llegar a San Andrés hay que ir hasta Trubia – Oviedo y tomar la carretera AS-228 que se dirige a Teverga. Al llegar a San Andres, tomar la desviación a la derecha que indica a Castañedo del monte y allí mismo, junto al lavadero se puede dejar el coche, a partir de aquí a caminar. Para los que no quieran coche una buena forma de desplazarse hasta aquí es utilizar el servicio municipal de autobuses urbanos de Oviedo, la línea “L” termina en San Andrés. 



Nosotros llevábamos coche y lo dejamos al lado del lavadero, allí mismo había una fuente donde hicimos provisión de agua para el camino, luego estuvimos un poco perdidos buscando el lugar donde comenzaba la ruta, pero como dicen que preguntando se llega a Roma, pues eso hicimos. Las cascadas de Guanga no están indicadas pero nos comentaron que toman el mismo camino que la ruta del Oso, esta sí estaba indicada por un gran cartel además de por un pequeño azulejo con la imagen de un oso (decir que la ruta del Oso no es la misma que la Senda del Oso tan famosa). Para iniciar la ruta había que retroceder unos 20 m por la carretera dirección Trubia y tomar una pequeña pendiente que salía a la izquierda. 




Salvado el pequeño-gran problema iniciamos el camino y comenzamos a subir entre castaños ganando altura rápidamente, el recorrido es corto pero el desnivel que ganábamos por momentos era muy grande, este fuerte desnivel es el que tiene que salvar el río Guanga, esto hace que en tan pocos metros se desplome y nos ofrezca un grupo bastante grande de cascadas, nosotros solo vimos 2 pero hay bastantes más. 


Ganando altura fuimos disfrutando de las vistas sobre la vega del Trubia y enseguida llegamos a los pies de la Peña el Castiellu, aquí dejamos el camino que compartíamos con la ruta del Oso y tomamos a la izquierda por un sendero, ya oíamos el ruido de las cascadas, ya estaban cerca. 


Encontramos la primera cascada, y aunque traía poca agua nos hizo mucha ilusión, al lado encontramos los restos de un antiguo molino. Tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos para poder ver la siguiente cascada que estaba más abajo, la  podíamos ver entre los árboles pero no nos convenció y nos descolgamos por la pendiente entre los árboles para poder llegar a ella, mereció la pena. 


Aunque llevaban poca agua mereció la pena haber llegado hasta allí, sabíamos que había bastantes más cascadas pero nosotros no quisimos arriesgarnos pues tenían mal acceso; es aconsejable llevar buen calzado y un bastón de apoyo, además de mucha precaución.

Después de las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pies hasta la Peña el Castiellu, un buen lugar para descansar y comer, aunque la ruta sea pequeña siempre gusta disfrutar de un  buen bocata en plena naturaleza. 
 

El descenso fue más lento haciendo fotos y disfrutando de las vistas que nos ofrecía la altura sobre el valle del Trubia, como la subida había sido bastante rápida aprovechamos para contemplar esos pequeños detalles que tiene la naturaleza y que cuando llevamos prisa no nos paramos a disfrutar, además pudimos ver como el otoño ya empezaba a hacer su aparición dejándonos ver ya un variado abanico de ocres, seguro que unos días más y todo estaría espectacular.



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