Las
cascadas de Guanga o Buanga, en San Andrés de Trubia en el municipio de Oviedo,
una pequeña escapada a la naturaleza al lado de la capital, un lugar donde poder
disfrutar de muchas cosas en muy poco tiempo. Es una ruta bastante corta, pero
que no deja indiferente a nadie.
Para
llegar a San Andrés hay que ir hasta Trubia – Oviedo y tomar la carretera
AS-228 que se dirige a Teverga. Al llegar a San Andres, tomar la desviación a
la derecha que indica a Castañedo del monte y allí mismo, junto al lavadero se
puede dejar el coche, a partir de aquí a caminar. Para los que no quieran coche
una buena forma de desplazarse hasta aquí es utilizar el servicio municipal de
autobuses urbanos de Oviedo, la línea “L” termina en San Andrés.
Nosotros
llevábamos coche y lo dejamos al lado del lavadero, allí mismo había una fuente
donde hicimos provisión de agua para el camino, luego estuvimos un poco
perdidos buscando el lugar donde comenzaba la ruta, pero como dicen que preguntando
se llega a Roma, pues eso hicimos. Las cascadas de Guanga no están indicadas
pero nos comentaron que toman el mismo camino que la ruta del Oso, esta sí
estaba indicada por un gran cartel además de por un pequeño azulejo con la
imagen de un oso (decir que la ruta del Oso no es la misma que la Senda del Oso
tan famosa). Para iniciar la ruta había que retroceder unos 20 m por la
carretera dirección Trubia y tomar una pequeña pendiente que salía a la
izquierda.
Salvado
el pequeño-gran problema iniciamos el camino y comenzamos a subir entre
castaños ganando altura rápidamente, el recorrido es corto pero el desnivel que
ganábamos por momentos era muy grande, este fuerte desnivel es el que tiene que
salvar el río Guanga, esto hace que en tan pocos metros se desplome y nos
ofrezca un grupo bastante grande de cascadas, nosotros solo vimos 2 pero hay
bastantes más.
Ganando
altura fuimos disfrutando de las vistas sobre la vega del Trubia y enseguida llegamos
a los pies de la Peña el Castiellu, aquí dejamos el camino que compartíamos con
la ruta del Oso y tomamos a la izquierda por un sendero, ya oíamos el ruido de
las cascadas, ya estaban cerca.
Encontramos
la primera cascada, y aunque traía poca agua nos hizo mucha ilusión, al lado
encontramos los restos de un antiguo molino. Tuvimos que retroceder sobre
nuestros pasos para poder ver la siguiente cascada que estaba más abajo, la podíamos ver entre los árboles pero no nos
convenció y nos descolgamos por la pendiente entre los árboles para poder
llegar a ella, mereció la pena.
Aunque
llevaban poca agua mereció la pena haber llegado hasta allí, sabíamos que había
bastantes más cascadas pero nosotros no quisimos arriesgarnos pues tenían mal
acceso; es aconsejable llevar buen calzado y un bastón de apoyo, además de
mucha precaución.
Después
de las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pies hasta la Peña el Castiellu,
un buen lugar para descansar y comer, aunque la ruta sea pequeña siempre gusta
disfrutar de un buen bocata en plena
naturaleza.
El
descenso fue más lento haciendo fotos y disfrutando de las vistas que nos
ofrecía la altura sobre el valle del Trubia, como la subida había sido bastante
rápida aprovechamos para contemplar esos pequeños detalles que tiene la
naturaleza y que cuando llevamos prisa no nos paramos a disfrutar, además pudimos
ver como el otoño ya empezaba a hacer su aparición dejándonos ver ya un variado
abanico de ocres, seguro que unos días más y todo estaría espectacular.
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