miércoles, 3 de julio de 2013

ERMITA DE SAN EMETERIO



En la costa del concejo de Ribadedeva, oriente de Asturias, en Pimiango hay una ermita que pocas personas en Asturias, a parte de las del lugar saben de ella, fue dada a conocer en una famosa película, “El Abuelo”, de José Luis Garci, interpretada por Fernando Fernán Gómez y Cayetana Guillen Cuervo. Una importante escena de esta película se rodó en los soportales de esta ermita de San Emeterio. Desde ese momento he querido conocer donde estaba y hace unos años y de forma casual me encontré ante ella. 



Hoy he querido volver a ese sitio, el lugar donde está es precioso, al lado de unos acantilados y rodeada de un bosque de encinas. También decir que allí al lado está la Cueva del Pindal, considerada desde el 2008 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y de la que hablaré en otro momento ya que aún no la conozco, aunque de este año no pasa.
Detrás de la ermita una pequeña ruta o mejor dicho un pequeño paseo a las ruinas de un monasterio cisterciense, Santa María de Tina, la verdad es que es un milagro que estas ruinas sigan en pie.
El recorrido hasta allí es precioso, atravesaremos un bosque de encinas, a medio camino cruzaremos un pequeño puente desde donde podremos ver en época de lluvias, una pequeña cascada de agua y como  desde allí mismo  ese agua cae al mar. 
Enseguida llegamos a las ruinas del monasterio que aparecen en medio de la vegetación casi milagrosamente; es fácil sentirse exploradores por un día, e imaginarse como sería ese monasterio en sus tiempos. Desde aqui oímos que el mar suena cerca de nosotros, seguimos caminando entre las encinas y enseguida nos vemos encima de la mar. Es impresionante vernos en medio de un bosque de encinas y el mar a nuestros pies todo eso con el sonido de la naturaleza acompañándonos.



Cuando emprendía el regreso me encontré con un grupo de personas, un señor me preguntó ¿falta mucho para llegar al monasterio?, no, contesté, no, está a pocos metros de aquí, ¿dan algo allí? me preguntó, yo levanté las manos y le señalé el paisaje que nos rodeaba, y le dije, el sonido de los pájaros, la brisa, el ruido del mar, ¿le parece poco?, y después de ver las ruinas diríjase a los acantilados es precioso, las mujeres que iban con él me sonrieron y me dijeron, tiene razón, el paisaje ya es el regalo.


1 comentario:

  1. hola me podrías decir cuánta distancia recorrida supone el itinerario que propones desde la ermita hasta los acantilados, es para hacerlo con una persona mayor este verano, si no es una gran distancia
    Muchas gracias

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