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jueves, 9 de octubre de 2014

LA SENDA DE SAMUEL



La Senda de Samuel, así anuncia un cartel en Llames de Pría pueblo del municipio de Llanes. Una pequeña ruta que me impresionó mucho, por lo bonita y por todo lo que regala a nuestros sentidos en tan poco trayecto.

No hacía mucho tiempo había hecho el camino desde la playa de Gulpiyuri en Naves hasta la de Guadamía en Llames de Pría. En nuestro final de ruta vimos que un río desembocaba en ella, era un río pequeño, más bien era un riachuelo, era el río Guadamía el que da nombre a la playa. Al pasar por Llames de Pría vi que un cartel anunciaba una ruta senderista y como siempre hay que tener una nueva ruta en la agenda me estuve interesando por las características de esta, era la Senda de Samuel, un camino circular que comenzaba en el pueblo y seguía el curso del río Guadamía. Nunca había oído hablar de ella, entonces no me pareció interesante, era de pequeño recorrido, sería un pequeño paseo de los vecinos del pueblo. No obstante por algún motivo quedó grabado en mí y el otro día que no disponíamos de mucho tiempo me dije, por qué no ir a conocerla, será un pequeño paseo.



Para ello nos dirigimos hasta Llames de Pría en el municipio de Llanes, salida 319 de la autopista A-8. El inicio de la ruta parte del mismo centro del pueblo, detrás de la capilla, y aunque es una ruta circular recomiendo hacerla siguiendo el descenso del río.

Como digo la ruta parte de detrás de la capilla, en un principio hay que seguir por carretera unos 900 m, y a la derecha tomaremos el Camino de Santiago, por el que seguiremos unos pocos metros hasta encontrarnos con un pequeño puente medieval, el puente de Mía, aquí ya vemos el río Guadamía, nada más cruzar el puente encontramos una pequeña portilla, la cruzamos y ya entramos en la Senda.



Como ya dije, es una senda que me impresionó mucho, no sabía lo que me iba a encontrar, y no hay nada como descubrir por uno mismo lo que la ruta te va enseñando. Es una ruta pequeña pero en ella está condensado todo lo que desearíamos encontrar en un río. Ese día el río no llevaba mucha agua, acabamos de salir del verano, aún así me impresionó mucho, así que con un poco más de caudal debe de ser espectacular.



Es un río que tiene poco recorrido quizás sea por esto que sus aguas parece que no quisieran llegar nunca al mar, dan vueltas retorciéndose entre los árboles queriendo recorrerlos todos, para que todos sepan que allí está y que es importante, tan pronto parece un estrecho riachuelo como luego se expande queriendo abarcarlo todo. Quiere decirnos que fue importante y nos muestra que en sus mejores tiempos asistió con sus aguas a varios molinos, hoy podemos ver algunos de ellos en ruinas. A pesar de ser pequeño y de poco trayecto también nos quiere hacer disfrutar de alguna pequeña cascada, también quiere mostrarnos su cara desde las dos orillas teniendo para ello que cruzar varios puentes de piedra medievales muy bonitos y otros de madera más actuales. 



Presenta una vegetación frondosa, con musgos, helechos y algas que crecen en el río queriendo alcanzar la luz, un bosque de árboles variados, desde un pequeño tejo (texu), avellanos, robles, encinas, laureles, abedules, nogales, castaños y hasta algún pomar en alguna finca de los alrededores, y todo esto con el sol queriendo penetrar por los pequeños recovecos que quedan entre los árboles, todo esto nos presenta un bonito colorido y desprende un olor que impresiona a los sentidos.



Pero por muchas vueltas que el río quiera dar, al tener su desembocadura tan cerca, el fin tiene que llegar, aunque no sin antes presentarnos otra imagen diferente y no por ello menos bonita, en el último trayecto cambia su suelo de tierra para presentarnos un suelo arenoso que irá a más ya que a pocos metros nos enseñará su destino final, la playa de Guadamía otra maravilla de la naturaleza. Cuando nosotros llegamos el agua del mar se acercaba a buscar el río con bastante prisa, no pudimos acercarnos a ver la playa, nos desviamos por un camino a la derecha que nos llevó otra vez al pueblo. 



La razón de realizar el recorrido siguiendo la dirección de las aguas hacia su desembocadura era que el río nos llevara a buscar el mar, cuando menos lo esperábamos nos encontramos con él, nos pareció precioso.



Solo me queda dar las gracias a Samuel Cachero que nos descubrió esta senda, apostó por ella y confió en que nos podría gustar. Valga esto de homenaje para una persona que no conocimos pero que sentía y amaba la naturaleza y quería que los demás también lo disfrutáramos, a nosotros nos queda protegerla para que los que vengan detrás también la puedan disfrutar.

martes, 9 de septiembre de 2014

DE GULPIYURI A GUADAMIA

No queríamos conformarnos con un trozo de playa, seguro que sólo tendríamos lo justo para nuestra toalla; en el concejo de Llanes, un día festivo de agosto con un sol radiante, era lo que nos esperaba, así que decidimos emprender una ruta y así disfrutar del paisaje y de una playa tranquila.

Esta gente tan rara a los que nos gusta patear los caminos con la mochila a cuestas disfrutando del paisaje, a los que nos gusta sentir la naturaleza y fusionarnos con ella, damos las gracias a que una mayoría de gente se une para pasar el día en una playa de moda. Les podemos dar las gracias porque esa gente tan normal nos permite ser felices a nuestra manera y disfrutar de nuestro caminar en silencio, disfrutando de los sonidos de la naturaleza y del paisaje.

Decidimos iniciar nuestra ruta en el municipio de Llanes, en la playa de Gulpiyuri, declarada monumento natural y conocida ya a un nivel que traspasa nuestras fronteras. Queríamos continuar el camino donde lo habíamos dejado la última vez que estuvimos en este concejo y llegar hasta la playa de Guadamía, lugar donde desemboca el río del mismo nombre y que hace de frontera natural con el municipio de Ribadesella, como hacía tan buen día aprovecharíamos para bañarnos donde más nos apeteciera.


Dejamos el coche en Naves, lo más cerca que pudimos de Gulpiyuri, un día festivo y en pleno mes de agosto, aquello parecía una fiesta, un discurrir de coches y gentes que iban y venían, voces, ruidos, no quisimos ni acercarnos a ver la playa, lo que queríamos era alejarnos de aquella algarabía de gente, me preocupaba que todo el camino estuviese así. Más adelante cuando ya habíamos caminado un buen trecho y ya comenzábamos a sentir la tranquilidad y soledad del camino notamos una sensación de alivio, todo había quedado atrás.

La ruta seguía las sendas ganaderas y tan pronto nos acercaba al mar como nos alejaba para cruzar por los pueblos, estaba muy bien señalizada, además de los postes indicativos, al llegar a las poblaciones, unas líneas amarillas en la carretera nos indicaban la dirección a seguir.

En un principio la senda discurre al lado de la autopista del Cantábrico para luego a la altura de la capilla dedicada a Santa Olaya tomar camino hacia la costa.  
 
La ruta indicaba a la izquierda hacia la playa de La Huelga o La Guelga, pero nosotros seguimos el camino de frente para acercarnos a los acantilados, desde allí se podía  ver también la playa, la marea estaba baja y la gente se estaba bañando; mereció la pena acercarnos allí para ver la panorámica tan bonita de la costa. Volvimos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la playa de la Guelga, un río desemboca en ella, (esto suele ocurrir en muchas playas de Llanes) a su lado pudimos ver un antiguo molino, el camino sigue por un puente de madera que pasa a su lado

La ruta discurre a partir de aquí entre praderías sobre el mar, mirando hacia atrás se veía la playa de San Antolín, a nuestros pies el pueblo de Hontoria, y a lo lejos la Sierra del Cuera, también se acertaban a ver entre nubes, los Picos de Europa, todo un lujo, a un lado teníamos el mar y al otro los Picos. 


El camino se iba alejando de la costa para terminar atravesando el primer pueblo, Ovio, y continuamos por carretera hacia el siguiente, Picones, de aquí las indicaciones nos llevaron a una pista ganadera que nos acercó a la costa otra vez, al fondo ya se veía la capilla de San Antonio, sabíamos que a sus pies estaba la playa del mismo nombre, y hacia allí nos dirigimos.


Hicimos un alto en el camino para tomar un baño y como ya era la hora comimos sobre los acantilados disfrutando de las preciosas vistas sobre el mar, tratando de situar de cada entrante y saliente de la costa donde estaba Guadamía nuestro fin de ruta, localizamos también Ribadesella y muy a lo lejos acertamos a ver Lastres, estábamos en un mirador que nos ofrecía unas vistas panorámicas de lujo. 




Había que continuar nuestra ruta, pero esta vez no buscamos la pista, continuamos por los acantilados, no había pérdida, íbamos en paralelo a la senda, cuando no hubo más remedio que alejarnos de la costa, en ver de conectar con la senda nos dirigimos hacia la derecha, al fondo se veía la playa de Cuevas del Mar, nuestro siguiente destino, cruzaríamos a través de ella puesto que la marea estaba baja y nos lo podíamos permitir.


Había que hacer otra parada para tomar un cafetín, en el chiringuito, había mucha gente, música de ambiente, ruido de ambiente…

Otra vez había que seguir por carretera para enseguida tomar un desvío hacia la derecha, volvíamos a la senda, una pequeña subida para tomar altura y un poco escondida nos encontramos la playa de Villanueva o también llamada la playa de La Canal esto seguro que será por su forma, dos cortes longitudinales en el acantilado forman esta estrecha playa, había algo de gente que seguro sería del pueblín de al lado por el que luego pasaríamos, Villanueva de Pria. 


A partir de aquí la ruta discurre lejos de la costa pero no por ello deja de ser bonita, atravesamos los pueblos de Garaña y Llames y enseguida llegamos a Guadamía, nos acercamos antes a ver los acantilados, aquí son famosos sus Bufones, los cuales no pudimos ver ya que la mar estaba tranquila, pero pudimos disfrutar de las maravillosas vistas que desde allí se nos ofrecía. Si cruzábamos la playa entrábamos en territorio del municipio de Ribadesella, otra ruta por acantilados que nos quedaba pendiente para otro día, pero pienso que estaría bien hacerla un día en que la mar esté agitada, seguro que será impresionante.


En rutas de montaña cuando se toca cumbre, Camilo el de la TPA se da un abrazo con su acompañante, nosotros como es ruta playera teníamos que celebrar la llegada y lo hicimos con un buen baño, el día acompañaba y la playa era igual que una gran piscina olímpica, después de la caminata el cuerpo lo agradeció, la vuelta se nos hizo más llevadera.

El camino de vuelta hasta la playa de Cuevas del Mar lo decidimos hacer por carretera recorriendo los pueblos: Llames, Garaña, Villanueva, pueblos muy bonitos y tranquilos, ideales para vivir en armonía con el entorno, mereció la pena conocer esta parte de Llanes que aunque también turística menos bulliciosa. 
A partir de Cuevas del Mar volvimos sobre nuestros pasos recordando el trayecto que habíamos hecho unas horas antes pero con otra luz y otros sonidos, la tarde ya caía.



Por fin llegamos a Gulpiyuri, solo quedaban cuatro románticos disfrutando de las últimas horas de luz, nosotros decidimos ir un poco más allá y poner punto final en la playa de San Antolín y darle al final de ruta un sabor asturiano, una sidrina en un chiringuito de playa, disfrutando de unas preciosas vistas con un mar tranquilo al que también acompañaba un ambiente tranquilo de surfistas recogiendo ya sus tablas.