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sábado, 14 de noviembre de 2015

EL TABALLÓN DEL MONGALLU




Pasar un día en el campo disfrutando del colorido del otoño es el mejor regalo que te puedes hacer, busca un itinerario, la mejor compañía y a caminar por estos paisajes que tenemos aquí al lado de casa, no hace falta ir muy lejos. No hay nada más bonito que salir al campo en otoño.
Una de mis últimas salidas y que recomiendo hacer ahora, pues creo que es el mejor momento para realizar, es la cascada del Taballón  del Mongallu, en Campo de Caso. Digo que es un buen momento porque es otoño y el colorido que os vais a encontrar es impresionante, también por el camino, si está muy mojado y embarrado puede ser una dificultad en algunos sitios.
Para realizar esta ruta hay que ir al municipio de Campo de Caso y llegar a la población de Tarna, desde allí mismo parte la ruta.
Siempre dije que cuando se sale a hacer una ruta esta comienza desde que se sale de casa, que hay que ir disfrutando del paisaje durante todo el trayecto. En este caso os digo que no esperéis a llegar a Tarna para comenzar a disfrutar, que no os podéis perder todo lo que veis, y sobre todo en pasando la población de Campo de Caso, ya que a la salida de esta población cambia la carretera, de repente se estrecha casi a la mitad, es como retroceder en el tiempo un montón de años, a mí me resultó precioso, algo que en muy pocos sitios aún se puede disfrutar, la carretera discurría entre los muros de las fincas, los árboles y el río que nos acompañaba, ellos nos iban abriendo el camino a seguir. Todo esto me resultó precioso, rodeados por árboles de mil colores que se hacían hueco entre las peñas y el río que bajaba de la montaña; apetecía volver atrás para dejar el coche y hacer el trayecto a pie. Más tarde nos encontramos con una pareja de Bilbao y nos comentaron lo mismo.
Llegamos a Tarna, el día estaba cambiando, comenzaron a aparecer nubes que no nos gustaron mucho, surgieron dudas pero al final decidimos iniciar la ruta.
Ya habíamos intentado realizar esta ruta en invierno, había nevado pero ya hacía tiempo que lucía el sol y no quedaba resto de nieve, pero eso era lo que creíamos, cuando llegamos a Tarna había tanta nieve que era imposible realizarla si no era con unas raquetas. 


La ruta se inicia cruzando un pequeño puente sobre el rio Tarna, a la entrada del pueblo, y está indicada durante todo el trayecto, no hay problemas de pérdida. En su inicio es un camino de servidumbre de prados, de pendiente bastante pronunciada, los prados con cierres de piedra y muy cerrado en arboleda mixta de castaños, robles, fresnos, avellanos, acebos,...


Llevábamos media hora caminando y comenzó a orbayar, parecía que esta ruta estaba gafada, así y todo seguimos. 


Enseguida dejamos el camino entre prados y comenzamos a llanear entre hayas centenarias, si éstas pudieran hablar…
Cruzamos un puente de madera sobre un arroyo, a partir de ahí el camino cambió y se adentró aún más en el bosque de hayas, era el hayedo de Monte Saperu, estaba impresionante, una variedad de ocres y verdes hacían de este bosque algo espectacular, llegamos en el mejor momento, no tardando mucho esto no se podrá ver, ya había mucha hoja en el suelo, había sitios que íbamos pisando sobre una alfombra de hojas.


Nada más salir del hayedo, a lo lejos vimos la cascada, ya quedaba menos, pero a partir de aquí el camino se estrecha y discurre por una senda, esto se nos hizo un poco más dificultoso. El paisaje a partir de aquí se abría, ya no había tanta arboleda y aprovechamos para ver el horizonte que nos rodeaba. Llegamos a los pies de la cascada, espectacular, no tenía mucha agua pero impresionaba ver la altura desde la cual caía. Hicimos las fotos de rigor y vuelta por el mismo camino, si nos había impresionado a la subida lo volveríamos a disfrutar a la vuelta. 
Las nubes cada vez amenazaban más y el orbayu nos acompañó todo el camino aunque algo tapaban los árboles del bosque, el final del trayecto ya apretaba un poco más.


Luego nos enteramos que había otro camino para la vuelta ya que la ruta era circular, pero parece ser que no éramos los únicos que no nos enteramos pues la mayoría daba la vuelta por el mismo sitio.
Subimos hasta Tarna para ver la cascada del Taballón pero al final lo que más disfruté fue el bosque de hayas, su colorido, además como amenazaba tormenta de vez en cuando soplaba el aire, ver y oír como aquellas alfombras de hojas se deslizaban ladera abajo fue todo un espectáculo.

  


domingo, 8 de noviembre de 2015

CASCADA DE GUANGA



Las cascadas de Guanga o Buanga, en San Andrés de Trubia en el municipio de Oviedo, una pequeña escapada a la naturaleza al lado de la capital, un lugar donde poder disfrutar de muchas cosas en muy poco tiempo. Es una ruta bastante corta, pero que no deja indiferente a nadie.

Para llegar a San Andrés hay que ir hasta Trubia – Oviedo y tomar la carretera AS-228 que se dirige a Teverga. Al llegar a San Andres, tomar la desviación a la derecha que indica a Castañedo del monte y allí mismo, junto al lavadero se puede dejar el coche, a partir de aquí a caminar. Para los que no quieran coche una buena forma de desplazarse hasta aquí es utilizar el servicio municipal de autobuses urbanos de Oviedo, la línea “L” termina en San Andrés. 



Nosotros llevábamos coche y lo dejamos al lado del lavadero, allí mismo había una fuente donde hicimos provisión de agua para el camino, luego estuvimos un poco perdidos buscando el lugar donde comenzaba la ruta, pero como dicen que preguntando se llega a Roma, pues eso hicimos. Las cascadas de Guanga no están indicadas pero nos comentaron que toman el mismo camino que la ruta del Oso, esta sí estaba indicada por un gran cartel además de por un pequeño azulejo con la imagen de un oso (decir que la ruta del Oso no es la misma que la Senda del Oso tan famosa). Para iniciar la ruta había que retroceder unos 20 m por la carretera dirección Trubia y tomar una pequeña pendiente que salía a la izquierda. 




Salvado el pequeño-gran problema iniciamos el camino y comenzamos a subir entre castaños ganando altura rápidamente, el recorrido es corto pero el desnivel que ganábamos por momentos era muy grande, este fuerte desnivel es el que tiene que salvar el río Guanga, esto hace que en tan pocos metros se desplome y nos ofrezca un grupo bastante grande de cascadas, nosotros solo vimos 2 pero hay bastantes más. 


Ganando altura fuimos disfrutando de las vistas sobre la vega del Trubia y enseguida llegamos a los pies de la Peña el Castiellu, aquí dejamos el camino que compartíamos con la ruta del Oso y tomamos a la izquierda por un sendero, ya oíamos el ruido de las cascadas, ya estaban cerca. 


Encontramos la primera cascada, y aunque traía poca agua nos hizo mucha ilusión, al lado encontramos los restos de un antiguo molino. Tuvimos que retroceder sobre nuestros pasos para poder ver la siguiente cascada que estaba más abajo, la  podíamos ver entre los árboles pero no nos convenció y nos descolgamos por la pendiente entre los árboles para poder llegar a ella, mereció la pena. 


Aunque llevaban poca agua mereció la pena haber llegado hasta allí, sabíamos que había bastantes más cascadas pero nosotros no quisimos arriesgarnos pues tenían mal acceso; es aconsejable llevar buen calzado y un bastón de apoyo, además de mucha precaución.

Después de las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pies hasta la Peña el Castiellu, un buen lugar para descansar y comer, aunque la ruta sea pequeña siempre gusta disfrutar de un  buen bocata en plena naturaleza. 
 

El descenso fue más lento haciendo fotos y disfrutando de las vistas que nos ofrecía la altura sobre el valle del Trubia, como la subida había sido bastante rápida aprovechamos para contemplar esos pequeños detalles que tiene la naturaleza y que cuando llevamos prisa no nos paramos a disfrutar, además pudimos ver como el otoño ya empezaba a hacer su aparición dejándonos ver ya un variado abanico de ocres, seguro que unos días más y todo estaría espectacular.



martes, 4 de noviembre de 2014

HAYEDO DE MONTEGRANDE Y CASCADA DEL XIBLU


Estamos en tiempo de otoño, en tiempo de castañas, de nueces, de avellanas, de caída de hojas, de sueños románticos, de serenidad y de calma. Estamos en otoño, la estación de los colores, en tiempo de cambios, en tiempo de magia, donde hoy hay verdes mañana ves ocres y pasado ya no ves. 

Estamos en otoño, por cualquier sitio que vas notas la transformación que se está produciendo, cada día ves un paisaje diferente, salgamos de casa y disfrutemos de todo esto que nos regala la naturaleza, no estemos esperando que lleguen las navidades, parece ser que muchos pretenden que sólo pensemos en ellas y nos olvidemos que entre el verano y las navidades hay mucho que disfrutar.

Todos tenemos un sitio cerca donde poder disfrutar de los colores del otoño sin ir muy lejos, quién no tiene un parque cerca, quién con sólo salir de la ciudad no tiene a su alrededor un paisaje otoñal que poder admirar. Y para los que quieran algo más, les propongo ir al Hayedo de Montegrande en el municipio de Teverga. 




Hace unos días decidimos irnos hasta el municipio de Teverga, nos habían comentado de una cascada muy bonita, la cascada del Xiblu. La idea era perfecta, aprovecharíamos para adentrarnos en el bosque, disfrutar de la magia del otoño y además conoceríamos la cascada del Xiblu.
Para ir allí llegamos a Oviedo, tomamos dirección Trubia y nos desviamos a la izquierda dirección Teverga por la carretera AS-228. El trayecto discurre bordeando el río Teverga, en muy pocos momentos dejamos de ver el río, a su lado vamos viendo la famosa ruta de “La senda del oso”. La variedad del paisaje impresiona los sentidos, cruzamos por desfiladeros de piedras calizas donde el único paso es cruzar por túneles oradados en la roca, y a su lado el río Teverga que discurre por donde le fue ganando sitio a la roca.

Llegamos a San Martin de Teverga y allí hay que tomar dirección al puerto Ventana, la ruta comienza pasado el pueblo de Páramo, no hay pérdida, veremos una desviación a la derecha con un pequeño aparcamiento donde se puede dejar el coche.



La ruta es corta y de fácil realización para toda la familia, además dispone de unos metros adaptados para que las personas que vayan en sillas de ruedas puedan disfrutar adentrándose unos metros en el bosque. Discurre por una pista ancha y sin apenas desnivel salvo los últimos metros del final para poder ver la cascada. 




El camino nos adentra en un bosque de hayas  donde en un principio encontraremos algún acebo que este día ya estaban en flor. Del origen de esta pista no pude encontrar datos, posiblemente sea pista minera ya que encontramos la boca de una mina un poco oculta por la tierra, aún se podía ver el cuadro de mampostas que sujetaba sus paredes, (posiblemente exista alguna bocamina más).





Tranquilamente entre foto y foto llegamos al final de la pista, a mano derecha había que tomar un sendero que nos llevaría a la cascada. El terreno era un poco difícil, estaba resbaladizo, aconsejo ir con buenas botas y si lleváis un buen bastón para apoyaros mucho mejor.

La dificultad de esta pequeña subida compensa, a pocos metros encontramos una cascada de bastante altura que aunque no traía mucho caudal sí lo suficiente para poder disfrutar de ella. El contraste de colores de las hayas con la cascada, y el sol reflejándose y penetrando en el bosque hacía una panorámica espectacular, una pena no disponer de espacio para poder sentarnos y disfrutar más cómodamente de ese momento.

La vuelta por el mismo camino disfrutando del bosque con la luz a nuestra espalda descubriéndonos otro bosque diferente del de la ida, un regalo para los sentidos.