Pasar
un día en el campo disfrutando del colorido del otoño es el mejor regalo que te
puedes hacer, busca un itinerario, la mejor compañía y a caminar por estos
paisajes que tenemos aquí al lado de casa, no hace falta ir muy lejos. No hay
nada más bonito que salir al campo en otoño.
Una
de mis últimas salidas y que recomiendo hacer ahora, pues creo que es el mejor
momento para realizar, es la cascada del Taballón del Mongallu, en Campo de Caso. Digo que es un
buen momento porque es otoño y el colorido que os vais a encontrar es
impresionante, también por el camino, si está muy mojado y embarrado puede ser
una dificultad en algunos sitios.
Para
realizar esta ruta hay que ir al municipio de Campo de Caso y llegar a la
población de Tarna, desde allí mismo parte la ruta.
Siempre
dije que cuando se sale a hacer una ruta esta comienza desde que se sale de
casa, que hay que ir disfrutando del paisaje durante todo el trayecto. En este
caso os digo que no esperéis a llegar a Tarna para comenzar a disfrutar, que no
os podéis perder todo lo que veis, y sobre todo en pasando la población de
Campo de Caso, ya que a la salida de esta población cambia la carretera, de
repente se estrecha casi a la mitad, es como retroceder en el tiempo un montón
de años, a mí me resultó precioso, algo que en muy pocos sitios aún se puede
disfrutar, la carretera discurría entre los muros de las fincas, los árboles y
el río que nos acompañaba, ellos nos iban abriendo el camino a seguir. Todo
esto me resultó precioso, rodeados por árboles de mil colores que se hacían
hueco entre las peñas y el río que bajaba de la montaña; apetecía volver atrás
para dejar el coche y hacer el trayecto a pie. Más tarde nos encontramos con
una pareja de Bilbao y nos comentaron lo mismo.
Llegamos
a Tarna, el día estaba cambiando, comenzaron a aparecer nubes que no nos
gustaron mucho, surgieron dudas pero al final decidimos iniciar la ruta.
Ya
habíamos intentado realizar esta ruta en invierno, había nevado pero ya hacía
tiempo que lucía el sol y no quedaba resto de nieve, pero eso era lo que
creíamos, cuando llegamos a Tarna había tanta nieve que era imposible
realizarla si no era con unas raquetas.
La
ruta se inicia cruzando un pequeño puente sobre el rio Tarna, a la entrada del
pueblo, y está indicada durante todo el trayecto, no hay problemas de pérdida. En
su inicio es un camino de servidumbre de prados, de pendiente bastante
pronunciada, los prados con cierres de piedra y muy cerrado en arboleda mixta
de castaños, robles, fresnos, avellanos, acebos,...
Llevábamos
media hora caminando y comenzó a orbayar, parecía que esta ruta estaba gafada,
así y todo seguimos.
Enseguida dejamos el camino entre prados y comenzamos a
llanear entre hayas centenarias, si éstas pudieran hablar…
Cruzamos
un puente de madera sobre un arroyo, a partir de ahí el camino cambió y se
adentró aún más en el bosque de hayas, era el hayedo de Monte Saperu, estaba
impresionante, una variedad de ocres y verdes hacían de este bosque algo
espectacular, llegamos en el mejor momento, no tardando mucho esto no se podrá
ver, ya había mucha hoja en el suelo, había sitios que íbamos pisando sobre una
alfombra de hojas.
Nada
más salir del hayedo, a lo lejos vimos la cascada, ya quedaba menos, pero a
partir de aquí el camino se estrecha y discurre por una senda, esto se nos hizo
un poco más dificultoso. El paisaje a partir de aquí se abría, ya no había tanta
arboleda y aprovechamos para ver el horizonte que nos rodeaba. Llegamos
a los pies de la cascada, espectacular, no tenía mucha agua pero impresionaba
ver la altura desde la cual caía. Hicimos las fotos de rigor y vuelta por el
mismo camino, si nos había impresionado a la subida lo volveríamos a disfrutar
a la vuelta.
Las
nubes cada vez amenazaban más y el orbayu nos acompañó todo el camino aunque
algo tapaban los árboles del bosque, el final del trayecto ya apretaba un poco
más.
Luego
nos enteramos que había otro camino para la vuelta ya que la ruta era circular,
pero parece ser que no éramos los únicos que no nos enteramos pues la mayoría
daba la vuelta por el mismo sitio.
Subimos
hasta Tarna para ver la cascada del Taballón pero al final lo que más disfruté
fue el bosque de hayas, su colorido, además como amenazaba tormenta de vez en
cuando soplaba el aire, ver y oír como aquellas alfombras de hojas se
deslizaban ladera abajo fue todo un espectáculo.
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