lunes, 16 de noviembre de 2015

CASCADAS Y MOLINOS DE ONETA



Tenemos un paisaje en nuestra tierra que es la envidia de muchos. Vas de ruta y te encuentras gente de otras provincias que llegan aquí, no sólo vienen a las ciudades y lugares de moda en turismo, andan pateando nuestros caminos, subiendo nuestros picos, callejeando por nuestros pueblos, y nosotros aquí sin enterarnos de lo que tenemos.

Hace unos días fuimos a ver la cascada de Oneta, en el municipio de Villayón, en el occidente asturiano, hacía tiempo habíamos visto fotos de esta cascada pero no nos habíamos decidido a ir a conocerla, nos parecía que estaba lejos, pues allí nos encontramos gente de Vitoria, a ellos no les pareció lejos.

Como digo, hay que ir hasta el municipio de Villayón para conocer esta cascada que en realidad son tres. Para llegar hasta allí nos dirigimos a Navia y en esta población tomamos la carretera AS-25 dirección Arbón – Villayón.

Esta carretera bordea el río Navia por su margen izquierda, hicimos una parada para disfrutar de las panorámicas que nos ofrecía, nos enteramos que tiene mucho turismo de aficionados a las piraguas y a la pesca. Para los interesados decir que hay un camping allí mismo, me pareció un entorno precioso para pasar unos días.
La carretera comenzaba a subir, en unos pocos minutos ya vimos en lo alto Villayón, capital del concejo. La desviación hasta la población de Oneta estaba poco antes de llegar a Villayón, era una carretera bastante estrecha pero de buen firme, dejamos atrás varios pueblinos y enseguida llegamos a Oneta.


Oneta es un pequeño pueblo ganadero con sus hórreos y paneras, sus huertas y gente agradable que no tienen inconveniente en darte cualquier explicación que necesites. El camino hasta las cascadas es muy corto, poco más de 1 Km, en un principio llaneas entre una pradería para luego empezar a descender caminando ya por una pista de montaña entre castaños, pinos y algún roble.


Al poco de iniciar el descenso nos encontramos con un molino que estaba en ruinas y medio oculto entre vegetación vimos el canal por el que se desviaba el agua del rio hacia el molino. Allí mismo vimos como el pequeño rio encajonado entre la peña se desplomaba al vació, estábamos en la parte de alta de la cascada de Oneta.


Continuamos el camino y nuestra sorpresa fue encontrarnos con todo un entramado de canales de agua para los molinos harineros que se iban sucediendo a medida que avanzábamos en nuestra ruta; en los tiempos que todos estos funcionaban debía de ser un espectáculo, que pena que no se restauren todos y los hicieran funcionar todos juntos. 



Como ya dije el trayecto era corto y enseguida encontramos el sendero que nos dirigía a la cascada de Oneta o también llamada La Firbia, era la primera cascada, allí apareció entre los árboles, un poco escondida. Dicen que tiene unos 20 m de caída, pero eso era lo de menos, impresionaba ver la caída de agua en aquel entorno de alisos, impresionaba el ruido y la nube de agua pulverizada que se originaba al caer el agua con fuerza desde aquella altura, impresionaba y eso que no tenía mucha agua, el enclave era espectacular, la gente se sentaba a comer el bocadillo allí contemplando la grandiosidad de la naturaleza que nos rodeaba.


Continuamos la ruta, allí mismo vimos otro molino también abandonado, el camino que tomamos para ir hasta la otra cascada parecía un antiguo canal de agua para otro molino, más allá lo encontramos.

Seguimos por el sendero esta vez bajando unos metros, se sentía caer el agua, allí estaba la segunda cascada, Ulloa, era más pequeña pero para mí más bonita, eran como dos cascadas en una, allí estábamos, pequeños, impresionados por todo lo que nos rodeaba, la luz del sol filtrándose entre las ramas de los alisos y fresnos, la cascada, el ruido del agua, el musgo colgando de la roca, todo ello hacía de este lugar un sitio mágico, habría que salir de allí pronto no fuese a aparecérsenos la xana o los xaninos.

Ir a la tercera cascada, Maseirúa nos fue imposible, no encontramos ningún sendero, entonces dimos la vuelta por el mismo sitio no sin prestar más atención al paisaje que nos rodeaba.
Era la hora de comer y nos dirigimos a Villayón, nos habían recomendado ir al Torneiro, y no nos defraudó, se come muy bien, son muy atentos y además nos animaron a dar un paseo hasta el pico Villayón, y eso hicimos, fue un pequeño paseo y nos vino muy bien para bajar la comida. 



Desde el pico Villayón pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas de todo el pueblo, de la sierra del Carondio y además divisar el mar con la ría y la población de Navia. Desde allí pudimos hacernos una situación de donde nos encontrábamos: enfrente de donde estábamos pero al otro lado del rio Navia estaba el municipio de Boal, abajo en la costa se veía Navia y el municipio de Coaña a la altura de Navia pero también a la otra orilla del rio.  



Fue un día precioso de sol y calor, vimos unas cascadas espectaculares, comimos fenomenal y conocimos otro lugar de nuestra tierra que no desmerece en nada de otros lugares más publicitados, seguro que volveremos.


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