lunes, 8 de diciembre de 2014

MI MEJOR RUTA




Un día decidí que iba a comenzar a caminar, elegí una ruta y siempre dirigía mis pasos por el mismo camino, me decían que todo el que comienza a caminar nota un cambio positivo en su vida. Salía de casa con la idea de encontrar algo, no sabía qué, pero comenzaba a caminar y para mí aquello tenía un principio y un final, aquello era pura rutina como todo lo demás. Un día, que en principio parecía como tantos otros, me pilló una tormenta, me asusté, qué hacía yo allí en medio de aquella truena, me dije, no vuelvo a salir si no es para encontrarme un día de sol. Pero en el regreso algo cambió en mí, aquella tormenta tenía algo de bueno, no supe qué pero me atrapó, fue como un despertar a lo que me rodeaba, comencé a fijarme en la tormenta, a analizar todo lo que veía y oía, la luz de la tormenta era impresionante, ya no daba miedo era bonita, el cielo se iluminaba por momentos, fue un despertar de los sentidos, el olor de la hierba mojada penetraba en mí, los colores de la tarde eran diferentes de cualquier otra tarde, la bruma se colaba entre los árboles creando un ambiente mágico, el agua caía creando una música relajante, de repente me di cuenta de todo eso, aquel camino que estaba acostumbrada a recorrer no parecía el mismo, allí estaba lo que buscaba. Buscaba un sentido a las cosas, y aquel día lo encontré, el camino era el mismo, los árboles eran los mismos, pero había cambiado yo. 
A partir de aquel día volví a menudo a hacer aquella pequeña ruta, y cada vez descubría algo nuevo, la luz, los olores, la música del paisaje siempre era diferente, yo era también diferente, salía de casa con la ilusión de ver lo que me deparaba el camino, y el camino me recibía con una sonrisa, el camino me abrazaba, me atrapaba y me decía, esto es lo que buscabas un abrazo y una sonrisa, esta es la ruta que estabas buscando un despertar a la naturaleza, a los sentidos, a encontrar el sentido de las cosas, a disfrutar del camino y no solo caminar por él, porque en el camino descubres lo que de verdad importa en esta vida, porque en el camino descubres que no necesitas mucho para sentirte feliz y a partir de aquí el camino te cambia.
Hoy salgo al camino absorbiendo lo que la naturaleza me muestra, ya no tiene un principio y un final, el camino son unas sensaciones y unos sentimientos que traerás contigo y que podrás disfrutar en cualquier lugar, en cualquier momento y que atraparás para sentirte bien, el recuerdo de ese camino te hará sonreír y te abrazará y lo podrás disfrutar en la distancia. Aquel día realicé mi mejor ruta, y a partir de aquel día mis siguientes pasos fueron un descubrir y un disfrutar constante. El camino me había cambiado.



martes, 4 de noviembre de 2014

HAYEDO DE MONTEGRANDE Y CASCADA DEL XIBLU


Estamos en tiempo de otoño, en tiempo de castañas, de nueces, de avellanas, de caída de hojas, de sueños románticos, de serenidad y de calma. Estamos en otoño, la estación de los colores, en tiempo de cambios, en tiempo de magia, donde hoy hay verdes mañana ves ocres y pasado ya no ves. 

Estamos en otoño, por cualquier sitio que vas notas la transformación que se está produciendo, cada día ves un paisaje diferente, salgamos de casa y disfrutemos de todo esto que nos regala la naturaleza, no estemos esperando que lleguen las navidades, parece ser que muchos pretenden que sólo pensemos en ellas y nos olvidemos que entre el verano y las navidades hay mucho que disfrutar.

Todos tenemos un sitio cerca donde poder disfrutar de los colores del otoño sin ir muy lejos, quién no tiene un parque cerca, quién con sólo salir de la ciudad no tiene a su alrededor un paisaje otoñal que poder admirar. Y para los que quieran algo más, les propongo ir al Hayedo de Montegrande en el municipio de Teverga. 




Hace unos días decidimos irnos hasta el municipio de Teverga, nos habían comentado de una cascada muy bonita, la cascada del Xiblu. La idea era perfecta, aprovecharíamos para adentrarnos en el bosque, disfrutar de la magia del otoño y además conoceríamos la cascada del Xiblu.
Para ir allí llegamos a Oviedo, tomamos dirección Trubia y nos desviamos a la izquierda dirección Teverga por la carretera AS-228. El trayecto discurre bordeando el río Teverga, en muy pocos momentos dejamos de ver el río, a su lado vamos viendo la famosa ruta de “La senda del oso”. La variedad del paisaje impresiona los sentidos, cruzamos por desfiladeros de piedras calizas donde el único paso es cruzar por túneles oradados en la roca, y a su lado el río Teverga que discurre por donde le fue ganando sitio a la roca.

Llegamos a San Martin de Teverga y allí hay que tomar dirección al puerto Ventana, la ruta comienza pasado el pueblo de Páramo, no hay pérdida, veremos una desviación a la derecha con un pequeño aparcamiento donde se puede dejar el coche.



La ruta es corta y de fácil realización para toda la familia, además dispone de unos metros adaptados para que las personas que vayan en sillas de ruedas puedan disfrutar adentrándose unos metros en el bosque. Discurre por una pista ancha y sin apenas desnivel salvo los últimos metros del final para poder ver la cascada. 




El camino nos adentra en un bosque de hayas  donde en un principio encontraremos algún acebo que este día ya estaban en flor. Del origen de esta pista no pude encontrar datos, posiblemente sea pista minera ya que encontramos la boca de una mina un poco oculta por la tierra, aún se podía ver el cuadro de mampostas que sujetaba sus paredes, (posiblemente exista alguna bocamina más).





Tranquilamente entre foto y foto llegamos al final de la pista, a mano derecha había que tomar un sendero que nos llevaría a la cascada. El terreno era un poco difícil, estaba resbaladizo, aconsejo ir con buenas botas y si lleváis un buen bastón para apoyaros mucho mejor.

La dificultad de esta pequeña subida compensa, a pocos metros encontramos una cascada de bastante altura que aunque no traía mucho caudal sí lo suficiente para poder disfrutar de ella. El contraste de colores de las hayas con la cascada, y el sol reflejándose y penetrando en el bosque hacía una panorámica espectacular, una pena no disponer de espacio para poder sentarnos y disfrutar más cómodamente de ese momento.

La vuelta por el mismo camino disfrutando del bosque con la luz a nuestra espalda descubriéndonos otro bosque diferente del de la ida, un regalo para los sentidos.


lunes, 20 de octubre de 2014

PICU PEÑAMELLERA


Salimos de casa con la idea de hacer carretera y dirigirnos hacia donde las sensaciones y emociones del momento nos llevaran, nuestro punto de partida sería el extremo más oriental de nuestra comunidad, Panes, capital de la Peñamellera Baja, y nuestro itinerario a partir de aquí se iría improvisando sobre la marcha.
Comenzamos en Panes paseando por el Arboretum y disfrutando del río, vimos como este pueblo está rodeado de montañas por todos lados, un pico en particular nos llamó mucho la atención, se levantaba solitario hacia el oeste, a grandes rasgos su silueta nos recordó el Urriellu, era la Pica Peñamellera.
Continuamos nuestra ruta y nos dirigimos hacia el pueblo de Alevia, desde allí divisamos una espectacular panorámica de todo el valle y desde allí el Picu Peñamellera nos llamaba aún más la atención, seguro algún día subiríamos allí pero esta vez tocaba ruta en coche.


El último lugar al que fuimos ese día fue el pueblo de Bores, se encuentra situado a los pies de la Pica Peñamellera, esta nos atrajo fuertemente desde el primer momento en que la vimos y allí estábamos a sus pies. Habíamos pasado el día dirigiéndonos de un lado a otro y dejándonos llevar por el paisaje y las sensaciones por lo tanto, no podíamos terminar el día con un mal sabor de boca, seguiríamos dejándonos llevar por las emociones. Después de evaluar el tiempo que nos llevaría subir hasta allí y lo que aún duraría la luz del día decidimos hacer una pequeña excursión hacia el Picu, sólo necesitábamos unas botas de montaña, pero no había problema, estas ya son un elemento más de nuestro coche,  las ganas también las teníamos.




La subida por pista ganadera nos resultó rápida y fácil, enseguida ganamos altura y nos encontramos a los pies del Peñamellera, en el Cantu Collar, el pico parece de difícil acceso, pero eso ya quedaba para los trepa riscos, nosotros ya nos dábamos por contentos con estar allí. Las vistas espectaculares, a un lado Peñamellera Baja con Bores a nuestros pies, al otro Peñamellera Alta, el pueblo de Mier estaba allá abajo a la orilla del río Cares.


Las nubes que habían hecho su aparición se fueron dejándonos un final de tarde soleado y eso nos animó a continuar la ruta, seguimos la pista, nuestro camino se unió a otro “Camino Natural” GR-109 que une las capitales de las dos Peñamelleras, Alles y Panes.
La pista discurría por la otra vertiente oeste de la montaña, las vistas esta vez eran del municipio de Peñamellera Alta desde aquí pudimos contemplar su orografía y pudimos entender un poco la localización de sus pueblos, algún día los recorreremos.


Esta ruta no es dificultosa en cuanto se coge altura el camino es llano, encontramos unas cabañas ganaderas donde el camino toma un poco de altura pero luego a partir de aquí hasta Bores es todo bajada. Puede llevar a confusión al bajar los cruces de caminos ya que el GR 109 y nuestro camino se dividen pero los dos se vuelven a unir un poco más abajo, terminan las dos en Bores. 
Mereció la pena esta pequeña excursión, las vistas desde arriba espectaculares, al norte la Sierra del Cuera frontera con los municipios de Llanes y Ribadedeva, la Pica Peñamellera con las dos Peñamelleras, el río Cáres en su tramo final y el macizo oriental de los Picos de Europa o Macizo de Andara al sur. 
Esta ruta se puede completar subiendo a las minas de Argayón para desde allí poder contemplar el corazón de los Picos de Europa o seguir hasta el pueblo de Cuñaba enclavado en los Picos muy cerca del límite con la provincia de Cantabria.