martes, 4 de noviembre de 2014

HAYEDO DE MONTEGRANDE Y CASCADA DEL XIBLU


Estamos en tiempo de otoño, en tiempo de castañas, de nueces, de avellanas, de caída de hojas, de sueños románticos, de serenidad y de calma. Estamos en otoño, la estación de los colores, en tiempo de cambios, en tiempo de magia, donde hoy hay verdes mañana ves ocres y pasado ya no ves. 

Estamos en otoño, por cualquier sitio que vas notas la transformación que se está produciendo, cada día ves un paisaje diferente, salgamos de casa y disfrutemos de todo esto que nos regala la naturaleza, no estemos esperando que lleguen las navidades, parece ser que muchos pretenden que sólo pensemos en ellas y nos olvidemos que entre el verano y las navidades hay mucho que disfrutar.

Todos tenemos un sitio cerca donde poder disfrutar de los colores del otoño sin ir muy lejos, quién no tiene un parque cerca, quién con sólo salir de la ciudad no tiene a su alrededor un paisaje otoñal que poder admirar. Y para los que quieran algo más, les propongo ir al Hayedo de Montegrande en el municipio de Teverga. 




Hace unos días decidimos irnos hasta el municipio de Teverga, nos habían comentado de una cascada muy bonita, la cascada del Xiblu. La idea era perfecta, aprovecharíamos para adentrarnos en el bosque, disfrutar de la magia del otoño y además conoceríamos la cascada del Xiblu.
Para ir allí llegamos a Oviedo, tomamos dirección Trubia y nos desviamos a la izquierda dirección Teverga por la carretera AS-228. El trayecto discurre bordeando el río Teverga, en muy pocos momentos dejamos de ver el río, a su lado vamos viendo la famosa ruta de “La senda del oso”. La variedad del paisaje impresiona los sentidos, cruzamos por desfiladeros de piedras calizas donde el único paso es cruzar por túneles oradados en la roca, y a su lado el río Teverga que discurre por donde le fue ganando sitio a la roca.

Llegamos a San Martin de Teverga y allí hay que tomar dirección al puerto Ventana, la ruta comienza pasado el pueblo de Páramo, no hay pérdida, veremos una desviación a la derecha con un pequeño aparcamiento donde se puede dejar el coche.



La ruta es corta y de fácil realización para toda la familia, además dispone de unos metros adaptados para que las personas que vayan en sillas de ruedas puedan disfrutar adentrándose unos metros en el bosque. Discurre por una pista ancha y sin apenas desnivel salvo los últimos metros del final para poder ver la cascada. 




El camino nos adentra en un bosque de hayas  donde en un principio encontraremos algún acebo que este día ya estaban en flor. Del origen de esta pista no pude encontrar datos, posiblemente sea pista minera ya que encontramos la boca de una mina un poco oculta por la tierra, aún se podía ver el cuadro de mampostas que sujetaba sus paredes, (posiblemente exista alguna bocamina más).





Tranquilamente entre foto y foto llegamos al final de la pista, a mano derecha había que tomar un sendero que nos llevaría a la cascada. El terreno era un poco difícil, estaba resbaladizo, aconsejo ir con buenas botas y si lleváis un buen bastón para apoyaros mucho mejor.

La dificultad de esta pequeña subida compensa, a pocos metros encontramos una cascada de bastante altura que aunque no traía mucho caudal sí lo suficiente para poder disfrutar de ella. El contraste de colores de las hayas con la cascada, y el sol reflejándose y penetrando en el bosque hacía una panorámica espectacular, una pena no disponer de espacio para poder sentarnos y disfrutar más cómodamente de ese momento.

La vuelta por el mismo camino disfrutando del bosque con la luz a nuestra espalda descubriéndonos otro bosque diferente del de la ida, un regalo para los sentidos.