Me
olvidé. Hacía mucho tiempo ya que había ido a conocer la Ruta del Alba, fui en dos
ocasiones, pero me olvidé de lo bonita que es. Quizás por aquél entonces no me
impresionó tanto, quizás caminé por caminar, sin mirar, quizás…, no lo sé, la
cuestión es que lo olvidé. El otro día decidí volver y me quedé impresionada.
Decidí
volver a recorrer la orilla del rio Alba, el camino era fácil, llevaba mucho
tiempo sin salir al campo y había que comenzar por terreno llano. Era un día de
invierno no muy frío, ya habían caído algunas heladas pero ese día lucía un sol
radiante, no se movía ni una hoja, así que estando un poco abrigados no habría
problema. Nos dirigimos hacia Rioseco en el municipio de Sobreescobio, para ello
fuimos por la autovía A-8 hasta la salida de Olloniego, allí tomamos la
carretera AS-249 para enlazar con la AS-17, cruzamos Langreo y nos dirigimos hasta
Rioseco, antes de llegar a esta población tomamos una desviación a la derecha y
llegamos a Soto de Agües, lugar de inicio de la ruta, allí dejamos el coche.
Comenzamos
la ruta un poco tarde, ya era mediodía y la tarde en invierno es corta, había
que darse prisa el trayecto era de 14 Km (ida y vuelta), unas 4 horas de duración. Dejamos el
coche en el aparcamiento a la entrada de Soto de Agües, un pueblo precioso, no
lo recordaba así, quizás no lo recordaba puesto que nunca había caminado por
él, antes se cruzaba el pueblo en coche hasta el comienzo de la ruta al lado
del lavadero, hoy la ruta se puede decir que comienza en el pueblo. Disfruté
del recorrido por Soto de Agües, está arreglado conservando todo el encanto y
autenticidad, un pueblo con casas de piedra con pequeños arreglos que no
ocultan su antigüedad y además la realzan.
Nos
dirigimos hasta el lavadero donde después de beber y hacer acopio de agua
comenzamos el camino por una pista ancha, una pista ganadera que estaba
asfaltada. El recorrido por esta parte de la ruta es cómodo ya que el terreno
de asfalto nos permite no estar pendiente de donde pisamos, y nuestra mirada
solo se dedica a observar a nuestro alrededor. En esta parte de la ruta
encontramos paneles explicativos de la geología y biología de la zona, esto nos
vino bien para ir entrando en situación de lo que es esta ruta que está dentro
del Parque Natural de Redes, declarado Reserva de la Biosfera.
Este
camino se termina dividiendo en dos, hay que dirigirse hacia la derecha, a las
Foces del Llaimo, un poco más arriba, pasada la Braña de la Vega termina el
camino asfaltado y este se estrecha un poco para ser solo una senda en algunas
partes del recorrido, ya estamos en las foces.
Nos
adentramos en las Foces del Llaimo entre grandes paredes verticales, estamos casi
encima del río, este discurre encajonado por donde puede, nosotros pasamos bajo
algunos voladizos ganados a la roca y disfrutando de sus aguas bravas, de algunas
pequeñas cascadas, de sus pequeñas pozas, esta es la parte más bonita de la
ruta, de las alturas caen algunas cascadas que nos hacen más impresionante el
recorrido y el musgo aparece agarrado a las rocas allá donde mires, se puede
decir que estamos en la ruta del agua.
Las foces se ensanchan y cruzamos un puente, llegamos a la parte más espectacular de la ruta, el río se precipita desde lo alto formando una gran cascada, había mucha agua y estaba precioso. De aquí hasta el final de la ruta en La Cruz de los Ríos ya quedaba poco, pero el trayecto seguía igual de bonito. Llegamos al final de la ruta, había que cruzar un puente y allí encontramos un pequeño refugio flanqueado por dos árboles centenarios y unas cuantas mesas donde comer. Este lugar es el final de la ruta, vemos que el paisaje cambia de repente abriéndose a un paraje de praderas y hayas, y a lo lejos vemos El Retriñón (1.862 m), es el vértice de los concejos de Sobrescobio, Caso y Aller.
Las foces se ensanchan y cruzamos un puente, llegamos a la parte más espectacular de la ruta, el río se precipita desde lo alto formando una gran cascada, había mucha agua y estaba precioso. De aquí hasta el final de la ruta en La Cruz de los Ríos ya quedaba poco, pero el trayecto seguía igual de bonito. Llegamos al final de la ruta, había que cruzar un puente y allí encontramos un pequeño refugio flanqueado por dos árboles centenarios y unas cuantas mesas donde comer. Este lugar es el final de la ruta, vemos que el paisaje cambia de repente abriéndose a un paraje de praderas y hayas, y a lo lejos vemos El Retriñón (1.862 m), es el vértice de los concejos de Sobrescobio, Caso y Aller.
Me
olvidé de lo bonita que era la Ruta del Alba, me olvidé de las Foces del Llaimo
con sus altas paredes verticales, me olvidé de las hayas que salen de pequeñas
grietas de la roca y se agarran a ella desafiando la gravedad, también me
olvidé de sus cascadas que se precipitan desde lo alto y del río con sus aguas
bravas, de las pozas que invitaban al baño aunque hacía frío y de sus pequeñas
cascadas, me olvidé de todo.
Pero
esta vez sí que no me olvidaré, he vuelto empapada de las sensaciones que me
produjo ver tanta agua precipitándose por todos lados. Quizás sea el invierno
una buena época para hacer esta ruta ya que los árboles desnudos nos
permitieron no perder de vista el río y disfrutar más del agua. Quizás tendré
que volver en primavera para sentir y comparar las sensaciones que me provoca. Y lo que ahora
sé, es que esta vez sí que no me olvidaré de lo bonita que es la Ruta del Alba
y las Foces del Llaimo.
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