Últimamente
tenía tendencia a acercarme al mar, pero esta vez recordé que hacía ya bastante
tiempo no iba al Desfiladero de les Xanes. No era mala idea volver a recorrer ese
Desfiladero, la primavera es una buena época, esta temporada pasada llovió
bastante y el sol ya calienta, el paisaje seguro estaría precioso, además el río
bajaría con bastante agua lo que nos permitiría ver alguna que otra cascada.
Teníamos
varias opciones para llegar allí, una de ellas era ir por Trubia y en esta
población dirigirnos hasta Tuñón, el comienzo de la ruta se encuentra a unos pocos
metros más arriba del final del pueblo, en el lugar que llaman el Molín de Les Xanes, entre Tuñón y Villanueva, poblaciones
del municipio de Santo Adriano.
A
mí me parece más bonito ir por Pedroveya ya que considero que ir a hacer esta ruta no es solo ir al desfiladero de les Xanes, sino también disfrutar de todo el trayecto
que hay antes. Para ello nos dirigimos por la autopista de Oviedo – Campomanes,
salimos en Ribera de Arriba, y desde allí nos dirigimos a la población de
Argame (concejo de Morcín) para tomar la desviación a Peñerudes (Morcín) y luego a Pedroveya en el concejo de Quirós.
Saliendo
de Argame ya carretera de Peñerudes comenzamos a coger altura, nos fuimos
adentrando en plena naturaleza que esta primavera está exuberante. Enseguida
llegamos al embalse de los Alfilorios, precioso, parece mentira que a tan pocos
km de Oviedo nos encontremos en medio de un paisaje que trasmite tanta calma,
el agua del embalse destacaba entre el verde de los prados y dominando en lo
alto el monte Montsacro y un poco más atrás la Sierra del Aramo, parando a contemplar
todo lo que te rodea enseguida te olvidas que hace unos pocos minutos estabas
en medio de la ciudad.
La
carretera discurre entre pequeños pueblos hasta llegar a Pedroveya donde
dejamos el coche. Ahora sí, ahora, teníamos que dejar el coche, poner las botas
y cuesta abajo.
No
tuvimos problemas para saber dónde estaba el lugar de comienzo de la ruta, pues
la gente que la inició por Tuñón en Santo Adriano, estaba descansando en una
pradera a los pies de una iglesia, para ellos era el final de la ruta, para
nosotros el comienzo. Esta ruta está muy concurrida, es bonito cruzarse en el
camino y que te den un saludo o surja una pequeña conversación a raíz de las
clásicas preguntas: “¿cuánto queda para llegar?”, “¿queréis que os hagamos la
foto?", ya antes de comenzar hablamos con una pareja que llegaban, la cuesta
final era dura, les dimos ánimo ya les quedaba poco.
Todo
cuesta abajo, (lo peor lo tendríamos a la vuelta), primero caminamos entre
fincas y arboleda, y al lado de un pequeño rio.
Enseguida nos encontramos un
antiguo molino hoy en ruinas, cruzamos un puente de madera y luego un pequeño
bosque y a partir de allí, el río comenzaba a tomar profundidad y
nosotros, sin subir ninguna cuesta enseguida nos vimos a bastante altura, el río
cada vez estaba más profundo hasta que ya no lo vimos, solo lo sentíamos.
Dejamos
lo que yo llamo tierra firme para adentrarnos en el sendero que cortado en la
peña discurre por el desfiladero, el camino casi no tiene pendiente salvo el
último tramo. Al parecer esta senda fue un antiguo proyecto de carretera para
unir los pueblos de Santo Adriano y Quirós, al final se quedó solo en
proyecto, pero no sé si como está ahora es más concurrida que como lo hubiera
sido si fuese una carretera para vehículos.
La
senda discurre serpenteando por todo el desfiladero, el camino está escavado en
la roca, es impresionante, el río ya no se ve, va muy profundo, solo se oye,
pero no importa pues el paisaje que vemos atrae toda nuestra atención.
En el
último tramo el desfiladero se ensancha y ya es todo cuesta abajo,
a lo lejos se ve el final, el Molín de les Xanes, en Tuñón de Santo Adriano; esta ruta es pequeña y fácil de hacer, tranquilamente se recorre en 3 horas, ida y vuelta. Al llegar al Molín de les Xanes comimos en un área
recreativa, también existe un restaurante para los que no quieran cargar con el bocata.
El regreso lo hicimos por el mismo lugar, el problema fue el último tramo cerca de Pedroveya pues ya ibamos cansados y las escaleras y cuestas que antes bajamos, y en las que no reparamos, ahora había que subirlas y vistas desde abajo pesaban en nuestras piernas y en nuestro ánimo. El final fue un pequeño descanso a los pies del texu al lado de la iglesia parroquial para luego tener un descanso un poco más grande en Casa Generosa.